Widgets Magazine
Widgets Magazine
Widgets Magazine

Guatemala pactó apoyar a Francisco Flores para OEA y fingió respaldo a su propio candidato

Rodrigo Baires Quezada

Publicado el 21 de Junio de 2011
En 2004, el presidente guatemalteco Óscar Berger dijo al embajador de Estados Unidos que Guatemala promovería durante 30 días la candidatura de Gert Rosenthal a la secretaría general de la OEA, pero que ya había decidido que se lo retiraría posteriormente para respaldar al salvadoreño Francisco Flores, el favorito de Washington.

El 16 de noviembre de 2004, el guatemalteco Gert Rosenthal -ex secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL)- acudió a la frontera entre su país y El Salvador, a una actividad que reunía a los mandatarios de Centroamérica para enviar el mensaje de derribamiento de fronteras en el istmo. "Yo soy un precandidato para la secretaría general de la OEA", dijo Rosenthal, a los periodistas. Al parecer no sabía que, 26 días atrás, el presidente de Guatemala, Óscar Berger, había decidido que en realidad no lo era.

Aquel día se cumplía un mes con un día de que la secretaría general de la OEA había quedado vacante después de que el costarricense Miguel Ángel Rodríguez renunció al cargo tras destaparse unas acusaciones de corrupción en su contra en su país. Casi de inmediato, las naciones centroamericanas reaccionaron marcando terreno asegurando que harían todo lo que fuera posible para garantizar que el puesto recaería en otro centroamericano, a pesar de las pretensiones de varios aspirantes suramericanos y uno mexicano.

Lo que no quedaba claro todavía era si Centroamérica se unificaría alrededor de un solo nombre o se dividiría. En El Salvador, el gobierno de Antonio Saca promovía el nombre del ex presidente Francisco Flores, y hasta entonces Estados Unidos hacía una campaña solapada en favor de él, pero de repente Guatemala lanzó, el 11 de octubre, el nombre de Rosenthal, y Honduras también hizo su propia lista de candidatos.

"El espacio de Centroamérica lo vamos a defender, hemos iniciado el proceso de pláticas con los presidentes de la región para encontrar un consenso y que salga un solo candidato" de la región, señaló Berger, aquel 11 de octubre.

Según uno de los cables de la diplomacia estadounidense filtrados por WikiLeaks, la posición de todos los gobernantes centroamericanos era esa: un candidato único, aquel que pudiera obtener el mayor apoyo en el próximo mes. Ese cable, firmado por John R. Hamilton, embajador de Estados Unidos en Guatemala, está fechado 22 de octubre de 2004 y muestra cómo la voluntad de Washington logró ser muy persuasiva en favor de su preferido: el ex presidente salvadoreño Francisco Flores.

El 9 de octubre, en una entrevista telefónica con El Diario de Hoy, Flores había dicho que estaba sorprendido de la premura con la que se le empezaba a mencionar como posible candidato al puesto. Entonces, su nombre engrosaba una lista en la que sobresalían Didier Opertti, de Uruguay, los peruanos Manuel Rodríguez y Valentín Paniagua, y Soledad Alvear y José Miguel Insulza, de Chile.

Dos días después, Berger aseguró que iba a buscar el respaldo del resto de Centroamérica para Rosenthal, un esfuerzo que en cuestión de 10 días estaría dispuesto a dejar a un lado en favor del candidato estadounidense, que era Flores. Jorge Briz, el entonces canciller guatemalteco, era el encargado de liderar ese montaje de campaña para convencer a sus colegas de la región sobre las capacidades y cualidades del aspirante guatemalteco.

El 21 de octubre, Berger almorzó con el embajador estadounidense y le reveló que durante un mes mantendría el discurso de respaldo a Rosenthal, en el entendido de que luego lo abandonaría. “Berger dijo que Guatemala le daría apoyo por 30 días a la candidatura informal al ex embajador guatemalteco ante las Naciones Unidas, Gert Rosenthal, y luego la retirarán para apoyar a su buen amigo Francisco Flores”, resume el cable, firmado por Hamilton.

Berger compartía la visión de Estados Unidos. A meses de que la elección por la secretaría de la OEA se inclinara por el chileno José Miguel Insulza, Berger creía que Flores era mejor candidato que Rosenthal. El entonces mandatario guatemalteco dijo que, según relata el cable, sabía que el ex presidente salvadoreño era mucho mejor aspirante. Explicó que se había comprometido con Rosenthal para brindarle su apoyo “justo antes de que Flores le llamara por teléfono para comunicarles su candidatura y buscar el apoyo de Guatemala”. 

En el cable, Berger definía a Rosenthal como “un buen tecnócrata y diplomático”. Lo era a la luz de los cargos que había desempeñado: economista de profesión, trabajó en la Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia (Segeplan) y como asesor económico del Ministerio de Finanzas de Guatemala. En el plano internacional había sido secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), entre 1987 y 1998, y embajador ante las Naciones Unidos, donde había ocupado la dirección del Consejo Económico y Social.

Mientras que Berger consideraba mejor a Flores, Rosenthal hablaba con sutileza de las posibles ventajas que su nombre ofrecería como candidato de Centroamérica. “No puedo decir que soy un mejor candidato (en comparación con Flores), soy un candidato distinto”, dijo Rosenthal al diario guatemalteco El Periódico, a mediados de octubre de 2004. Flores “hizo una buena presidencia, asumió posiciones que no son populares en algunos países de Latinoamérica. Eso es algo que Centroamérica va a tener que valorar a la hora de elegir un candidato”.

Posiblemente hacía referencia a episodios como cuando Flores reconoció al gobierno golpista que sacó fugazmente de la presidencia de Venezuela a Hugo Chávez en abril de 2002. El poderoso Brasil, por ejemplo, se rehusaría rotundamente a respaldar al ex gobernante salvadoreño, como también lo hizo eventualmente toda Suramérica.

El ex mandatario salvadoreño sí era fuerte ante Estados Unidos y los países pro Washington. Su gobierno había sido el único de Latinoamérica que había accedido a enviar tropas para invadir Irak y a mantenerlas por tiempo indefinido. Había firmado un convenio con Estados Unidos para comprometerse a que nunca accedería a entregar a la justicia internacional a algún ciudadano estadounidense acusado por crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad.

Lo que no vio Berger o el mismo ex presidente Antonio Saca, quien empujó la candidatura del salvadoreño, sí lo vieron otros en la región: Flores no era el mejor candidato. En todo el istmo, los periódicos se llenaron se columnas escritas por diplomáticos de diferentes países de la región concluyendo que, aun con el voto de Washington D. C., era altamente inconveniente su candidatura. Pero para el entonces presidente guatemalteco, el salvadoreño era quien podía proporcionar “un liderazgo fuerte a la OEA” y así se lo dijo a Hamilton.

Todo era cuestión de números. Si bien Berger creía que una candidatura de Rosenthal podía ganar adeptos en Suramérica, el bagaje de Flores estaba en “su estrecha asociación con los Estados Unidos”. Así, parecía ser que el apoyo tácito del gobierno de Bush a su candidatura amarraría los votos de los países caribeños, 14 en total; y dejaba al ex presidente salvadoreño con el trabajo de unificar Centroamérica para asegurar el 61% de los votos en la elección por la secretaría de la OEA.

Según relata el cable, Hamilton insistió en que su gobierno pensaba que “Flores, de hecho, es el candidato más fuerte” y Berger asintió, pero solicitó a Estados Unidos que le apoyaran en su obligación de honrar que “Rosenthal corra por el puesto, pero que, después de eso, él apoyaría a Flores” y repitió que creía que el ex presidente salvadoreño “podría proporcionar el tipo de liderazgo fuerte que necesita la OEA”.

Con el ojo en el plazo de 30 días anunciado a Hamilton, Berger todavía seguía sin definir públicamente si Guatemala apoyaría a su candidato o a Flores para el 15 de noviembre de 2004. “Lo que es un hecho evidente es que apoyamos una candidatura centroamericana. Y sea cual fuere, las dos personas mencionadas, después de hacer un recorrido respecto a los mismos y la decisión que tomen los presidentes, vamos a apoyar la decisión de las mayorías”, dijo.
  
El día 16, Berger permitió que Rosenthal siguiera diciendo que era la apuesta de su país, en aquel encuentro de autoridades centroamericanas en la frontera Guatemala-El Salvador. "Francisco Flores y yo entendemos que si hay dos candidatos, no llegará ninguno", comentó Rosenthal ante los periodistas, que le insistían en que diferenciara las dos candidaturas. Y el ex secretario de la CEPAL los complació: "Los presidentes de Centroamérica deberán decidir cuál de los dos perfiles tiene mayor aceptación en Latinoamérica: el de ex presidente o el de técnico".

Y, tal como lo había adelantado Berger a Hamilton el 21 de octubre, el respaldo a Rosenthal murió el 19 de noviembre. Ese día, los presidentes  de El Salvador y Guatemala, Antonio Saca y Óscar Berger, anunciaron que Flores tenía todo el respaldo del istmo. “Centroamérica y República Dominicana han elegido candidato: Flores se convierte ya en el candidato único de la región con respaldo de todos los países”, dijo Saca. Según Berger, Flores también tenía el apoyo de México, Colombia y los países del Caribe. La historia diría lo contrario.

El Salvador presentó oficialmente ante la OEA la candidatura de Flores el  jueves 13 de enero de 2005. Estados Unidos le mostró públicamente su apoyo dos semanas después, cuando el subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Roger Noriega, dijo que su gobierno estaba complacido de respaldarlo porque, a su juicio, Flores era “un líder que ha demostrado cualidades para la lucha contra la corrupción, promoción de la democracia y derechos humanos, la estabilidad y prosperidad de las Américas”. 

Flores, aún con el apoyo de Estados Unidos, no logró el consenso en bloque de los 14 países de la Comunidad del Caribe (Caricom), el 40% de los votos de la OEA; no logró unificar a la región –Honduras lo acusó de no ser un “candidato por consenso” y Belice se inclinó por el canciller mexicano Luis Ernesto Derbez-; y nunca ganó adeptos en Sudamérica, como muestra un cable de la embajadora estadounidense en Ecuador Kristie Kenney enviado el 2 de abril de 2005, donde se dejaba entrever que la falta de consenso alrededor de Flores lo dejó sin el apoyo de algunos países del cono sur. El 8 de abril de 2005, cuando ya estaba claro que no tenía los votos suficientes para ganar, Flores anunció que dejaba de lado su candidatura para evitar “una división de la región mesoamericana”, en apoyo a Derbez. 

Rosenthal, a la larga, obtuvo un puesto como asesor de la presidencia y la cancillería guatemalteca. Después terminaría reemplazando al canciller Jorge Briz en el puesto, mientras la secretaría de la OEA quedaría en manos del chileno Insulza.

Lo sentimos, esta nota no tiene comentarios habilitados.